Resulta muy difícil una clasificación exacta de estado (comunidad según la terminología adopta este diccionario) que comprende dentro de sus fronteras a dos o más naciones.
En términos muy generales podría decirse que hay tres casos principales: la de los estados plurinacionales por derecho de conquista, como el Imperio romano, que incorporó naciones romanizándolas.
El segundo caso sería el de las confederaciones por el estilo de Austria-Hungría, la Unión Soviética, etc. En estos casos no se pierde la individualidad de las naciones sometidas a un solo mecanismo estatal.
El tercer caso –anómalo- es el de los estados plurinacionales por situaciones especiales como el de las comunidades africanas formadas en el siglo XX, que engloban dos o más naciones, porque fueron forjadas sobre la base de las colonias europeas.
Es un tema que ha estudiado René Dumont en L`Afrique Noire est mal parte.
Este ensayo de clasificaciones, elemental muestra de la dificultad del tema, ya que engloba situaciones tan disímiles como las de Austria-Hungría (con nacionalidades “asociadas” y otras “sometidas”) y la URSS (con nacionalidades discordantes, teóricamente subsistentes pero realmente bajo un férreo intento de rusificación, que en general, fracasó como lo ha demostrado Helene Corriere d` Encausse en L`Empere Eclesti. Versión castellana: el Expansionismo Soviético, Buenos Aires, El Cid, 1982).
No puede decirse, sin embargo, que toda empresa plurinacional esté necesariamente condenada al fracaso. El Imperio romano muestra como puede ser “exitosa” a veces en la creación de nuevas nacionalidades.
Tomado de: Aníbal D` Ángelo Rodríguez. Diccionario Político. Editorial Claridad. Primera edición. Buenos Aires (Argentina), 2004. pp. 217-218.
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